Lejos de estar hoy entre los principales emisores de gases de efecto invernadero, hay muchas razones por las que América Latina y el Caribe necesita estar en el centro de las acciones para combatir el cambio climático y el calentamiento global. Si bien la región alberga la mitad de la biodiversidad del planeta y el 57% de todos los bosques primarios restantes, es sin duda una de las más afectadas por los riesgos climáticos actuales y futuros, con cambios en los patrones de precipitación, el derretimiento de los glaciares andinos y el aumento de mar y niveles ácidos en los océanos Pacífico y Atlántico, entre una larga lista de eventos.

Estos efectos tendrán consecuencias directas sobre las economías regionales que incluso antes de la pandemia ya mostraban una desaceleración, y que después del Covid-19 serán más débiles, más pobres y más endeudadas. Ante esta realidad, la apuesta por el crecimiento verde aparece como la apuesta más segura y sensata para el bienestar de los latinoamericanos.

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